Lía Masjoan - [email protected]
En el tradicional bulevar Gálvez, antiguas casonas y una arboleda consolidada todavía resisten el avance de edificios y comercios. Hasta el año 2001 había sólo cinco torres en el trayecto que va desde Pedro Vittori hasta Laprida. Una década después, suman 27, teniendo en cuenta también los seis que están en pleno proceso de construcción. Edificios recuperados -como el Molino Franchino y la Estación Belgrano- y el auge de bares y negocios de distintos rubros dieron nueva vida a las 30 cuadras (15 a cada lado del cantero central), donde hoy el movimiento es incesante de día y de noche.
Con una estética cuidada que por el momento no contamina la visual, cada vez más comercios y clínicas fueron eligiendo este corredor en el transcurso de los últimos 10 años para instalar sus vidrieras. Mientras que en 2001 eran 167, este año ya hay 273, un 63,5 % más, según los contribuyentes activos al Derecho de Registro e Inspección de la Municipalidad.
La variedad de rubros dispersos entre edificios emblemáticos es amplia. Basta recorrerlo para observar que hay desde bancos, pinturerías, peluquerías, marroquinerías, zapatería y vestimenta, hasta lugares para aprovisionarse de insumos más cotidianos como kioscos verdulerías, panaderías y farmacias. La cantidad de clínicas y centros de estética también fue en aumento. Además, sólo en ese trayecto hay 15 bares, contando también a las heladerías.
De ayer a hoy
Hasta el inicio de este siglo, el corredor Gálvez nunca se destacó por una actividad comercial intensa. Pero todavía se encuentran algunos de los negocios más antiguos.
“El bulevar empezó a tomar un perfil más comercial a partir de 2004, después de la crisis de 2001. Ese año mucha gente lo redescubrió como una zona comercial y fue determinante el hecho de que los propietarios de la peatonal San Martín no rebajaban los alquileres”, comentó Alfredo Hediger, uno de los dueños de la heladería Necochea, la cual ya lleva 42 años en ese lugar.
Cuando el abuelo materno de los hermanos Hediger, Francisco Cortella, instaló una sucursal del primer negocio que estaba en Necochea y Maipú, el corredor no tenía el movimiento ni la infraestructura edilicia de hoy: “Esta era una casa chorizo de nueve habitaciones y 590 metros internos. En el fondo teníamos gallinas y perros”, recordó Alfredo. “El abuelo supo ver 40 años antes el modelo económico que hoy seguimos nosotros; todos le decían que estaba loco pero él hizo realidad su idea de instalar una cafetería y heladería que esté abierta todo el año”.
Las cifras que aportó el municipio sobre el ritmo de construcciones en altura encuentran asidero en el testimonio de los vecinos. En los últimos años también “empezó la inversión inmobiliaria pero no como especulación de comprar para alquilar sino para hacer viviendas, de semipisos para arriba. La gente que vive aquí tiene más de 50 años, son parejas mayores que por seguridad y por la belleza del bulevar se radicaron aquí”, dijo Hediger.
María Soledad Gómez Ortega es, desde el año 1979, la dueña de la farmacia que está en bulevar y Avellaneda, en el extremo este. Pero en esa esquina siempre funcionó una farmacia, desde que en 1933 se construyó el edificio con ese fin. En su interior parece que el tiempo no hubiese transcurrido. Se conservan tal cual el antiguo mobiliario de madera y los frascos medicinales perfectamente ordenados en las estanterías originales. “Cuando comencé, el ferrocarril estaba agonizando pero como todavía funcionaba la estación se veía a los maleteros y a algunos pocos pasajeros. El bulevar no era lo que es hoy, no tenía ni semáforos y antes de cruzarlo había que mirar para todos lados”, recordó.
A pocos metros de allí, frente a la Estación Belgrano, la familia Sacco continúa con la actividad comercial, aunque con un cambio de rubro. “En la década del ‘70, mi abuela instaló aquí una cristalería. Y hace 25 años yo abrí la marroquinería. Estábamos casi solas en bulevar y éramos el único negocio de moda. Funcionó porque siempre dimos una atención personalizada y porque a la gente le quedó cómodo no tener que ir hasta el centro”, relató Silvia Grenón Sacco, feliz con la recuperación de la Estación Belgrano: “Cuando empezó el negocio hacía mis primeros viajes en tren, me quedaba muy cómodo porque estaba enfrente. Después vino la decadencia, casi 20 años donde lo único que había eran ratas. Hoy hay actividades todo el tiempo y el movimiento es intenso”.
Su nombre
Se decidió denominarlo bulevar Gálvez en homenaje a quien gobernaba la provincia al momento de concretarse la obra (1887), y que era conocido por sus ideas progresistas: don José Gálvez (1886-1890).
edificios emblemáticos ///
Se destacan el que hoy ocupa la Alianza Francesa, en bulevar y Las Heras, construido en 1889 para residencia del director general de la Compañía Francesa de Trenes; la casa del ex gobernador Luciano Leiva en la intersección con Lavalle (hoy Escuela 4º Centenario) y la mansión de su hijo Manuel, construida entre 1910 y 1911 en el cruce con Güemes (hoy Casa de la Cultura). Con el tiempo se asentaron el Ferrocarril Belgrano (1912 - 1928), el molino Lupotti- Franchino (1894), la Plaza Pueyrredón (1910) y el Colegio Adoratrices (1912).
Orígenes del trazado
El 12 de junio de 1889, bajo la intendencia de Juan Arzeno y con Urbano de Iriondo como presidente del Concejo se aprobó la traza del bulevar Gálvez, presentada años antes por el ingeniero Emilio Schnoor, como así también la subdivisión de los terrenos situados en sus lados sur y norte. Las tierras pertenecían a Marcial Candioti y a Celestino Rosas. Éste último las había recibido años antes de Ignacio Crespo, gobernador de la provincia entre 1910 y 1911.
Los primeros árboles que poblaron el bulevar -cuando el trazado recién comenzaba a delinearse- fueron plantados a partir de 1908, hace ya 103 años, durante la intendencia de Edmundo Rosas (1908-1912). Aunque se colocaron especies de origen nacional y de países limítrofes, muchos ejemplares se trajeron del resto de América, de Europa, Asia y Australia.
En 1905 surgió el proyecto de pavimentar la traza. Gustavo Vittori apunta en su libro Santa Fe en Clave que fue en ese año que el intendente Manuel Irigoyen decía: “El boulevard Gálvez, que hoy constituye el paseo principal más frecuentado, requiere la macadamización (tipo de empedrado) de una de sus avenidas (la sur) con el objeto de eliminar los serios inconvenientes que produce la falta de un buen pavimento”. También anunciaba que la obra se realizaría por administración, que su costo sería repartido en mitades entre la Municipalidad y los propietarios linderos y que, a efectos de la obra, “se había adquirido piedra calcárea del Paraná, cordones de buena clase y dos máquinas, una trituradora con su electromotor y una apisanadora a vapor”. Cuando Irigoyen proyectaba estas mejoras hacía ya cinco años que la arteria contaba con iluminación.
75 años de buen café
El Tostadero de café Iris tiene 75 años de presencia en la ciudad. Muchas generaciones de santafesinos se deleitaron con la gran variedad de cafés que ofrece. La vidriera del negocio, ubicado en la esquina de bulevar y Belgrano, muestra con orgullo la fecha en que inició su actividad comercial: “1936 - 2011, 75 años”.
Helados todo el año
Una casa chorizo, con nueve habitaciones y gallinero incluido, se convirtió en 1969 en la tradicional heladería Necochea, en pleno corazón del bulevar. “El abuelo Francisco Cortella supo ver 40 años antes el modelo económico que hoy seguimos nosotros; todos le decían que estaba loco pero él hizo realidad su idea de instalar una cafetería y heladería que esté abierta todo el año”.
Primeros en llevar moda
Las hermanas Grenon, Silvia y Edit, están al frente -junto a su madre- del primer negocio de modas que se instaló sobre bulevar, hace 25 años, cuando todavía estaba activa la estación del ferrocarril Belgrano: “Los primeros viajes a Buenos Aires para traer mercadería los hice en tren. Estábamos casi solas en bulevar y éramos el único negocio de moda”.